miércoles, 29 de octubre de 2014

Un torero grandioso


Cuando una   persona  se marcha, el recuerdo inminente se hace irremediable. Nos cuesta creer, nos cuesta asumir la pérdida de alguien. Los aficionados nos quedamos ayer helados tras conocer el fallecimiento del Maestro José María Manzanares y verdaderamente nos resistimos a dar por cierta la pérdida de quien ha sido uno de los más grandes del toreo de todos los tiempos.
  Un TORERO, con mayúsculas que extendió su magisterio durante tres décadas y por eso, precisamente por eso, su figura  ha sido  admirada y respetada por tantas legiones de aficionados que tuvieron la suerte de ver en la plaza a un torero irrepetible.
  A los de mi generación, aquellos  aficionados que nos forjamos en los años noventa, nos llegó un diestro en plena madurez  artística  que en la plaza marcaba distancias, con un empaque  inigualable ,por su naturalidad al torear y por mil matices que lo hacían  diferente. Fuera de los ruedos, rebosaba torería y dignificaba la imagen del torero ante la sociedad.
  Precisamente, la sociedad de nuestros días debe tomar conciencia de la importancia y la inmensidad de José María Manzanares en la Fiesta de los Toros a lo largo de la historia porque ha sido y es uno de los españoles  que en lo suyo ha marcado un tiempo. Y en el toreo, la huella de Manzanares es imborrable.
 Tuve la dicha de verle cortar cuatro orejas y dos rabos una vez, en una corrida inolvidable como fue la histórica noche de Puerto Banús, donde en un mismo cartel se anunciaron Curro Romero, Rafael de Paula y José María Manzanares. Entre los tres bordaron el toreo a un nivel impensable. Superlativo. Un prodigio en una calurosa noche que me dejó marcado de por vida tras ver a tres señores glorificar la Fiesta y demostrar que el toreo, es un arte único y pasional. Tras aquello que mis ojos  vieron con sólo doce años ¿Cómo no voy a ser aficionado? No me quedaba más remedio.
  No me perdí la que fue  su última tarde en la Plaza de Toros de Jaén, en el año 98 compartiendo cartel con Curro Romero y Ortega Cano frente a una corrida de Bernardino Piriz. Cortó una oreja, y aún recordamos los aficionados que allí estuvimos aquella tarde y la imagen de Manzanares portando a hombros a Ortega Cano  que aquel día se despedía de los ruedos, demostrando su compañerismo, su humanidad y la grandeza del toreo, igual que aquella tarde en Sevilla cuando repentinamente salió al tercio y su propio hijo le cortó la coleta sin poder contener el llanto.

 Todos los toreros que allí se encontraban se arrojaron al ruedo de la Maestranza y rindieron el mejor de los tributos a quien ha sido un espejo en el que mirarse y aquella Puerta del Príncipe que tanta gloria da en el toreo se abrió de par en par para despedir al torero de Alicante. Al hijo de aquel banderillero que se anunciaba Manzanares. Al padre de una figura actual, José María, y un rejoneador incipiente, Manuel. A uno de los toreros más grandes  de toda la historia , que despacito toreaba y era José Mari Manzanares.

Bulerías del Turronero dedicadas a José María Manzanares

Publicado hoy en el Diario Viva Jaén

miércoles, 22 de octubre de 2014

6.000 dentro, 60 fuera

Ya hay que andar sobrado de afición a la protesta para llevarse la tarde entera del día de San Lucas pegandito al pilón del Convento de las Bernardas, bocina en mano, dándole que te pego porque no te gustan las toros. 
   Y hay que ser excesivamente masoquista, para estando en contra de la Fiesta, acabar tragángote un extraordinario concierto de pasodobles bajo la batuta de Juani Martinez, pues si al "Churumbelerías" del paseíllo -el día anterior fue "La Giralda"- le sumamos los seis que sonaron en cada toro, más tres que se interpretaron en cada tercio de banderillas del Fandi, le añadimos todos los toques de clarines propios de la Plaza -felizmente recuperados-, y lo rematamos con otros dos toques de clarines más que Tomás Martínez obligó a hacer sonar tras enviar hasta dos avisos...sin olvidar, por supuesto, las broncas, ovaciones, en definitiva división de opiniones, convendrán ustedes conmigo que puede resultar un auténtico martirio al que no le guste.
  Pues imagínenense que entre que sonaba "Agüero", "Nerva","El Vito" o "Ragón Falez" de fondo una machacona bocina y un cansino y repetitivo soniquete no paraba de molestar desde fuera a quienes dentro presenciamos un espectáculo absolutamente legal, protegido por una Ley, la 18/2013 de 12 de noviembre y que además en esta tierra es Patrimonio Cultural Inmaterial. No porque lo diga yo por mi cuenta, sino porque así lo es desde que nuestra Diputación Provincial lo aprobase en un Pleno.
  Intenten imaginarse que alguien que a usted no le conoce de absolutamente de nada tiene la total libertad para insultarle llamándole asesino por el mero hecho de acceder a un espectáculo público gestionado por una empresa privada en un recinto también privado,pagando una entrada cuyo IVA repercute en el Estado.Y todo ello sin importarle,lo más mínimo, que lo haga acompañado de la mano de su hija menor.
  Y traten de imaginarse que tiene usted la buena voluntad de dirigirse a este grupo para solicitarles que hagan el favor de,al menos, no mentir diciendo que se trata de un espectáculo subvencionado, porque los Presupuestos Generales del Estado destinan 0 euros a la Tauromaquia año tras año...pero un policía nacional rápidamente le corta el paso porque dice que les va a provocar.
  Esto sucedió el sábado. Y yo, creo, no tengo necesidad de que me insulten personas que de nada me conocen. Y tengo, creo, todo el derecho del mundo a que me respeten.
  Fuera, no había ni un centenar de personas. Dentro, casi seis mil personas previo paso por taquilla asistiendo a un espectáculo. La noticia debe ser esta última y no lo otro.


Publicado hoy en el Diario Viva Jaén

miércoles, 8 de octubre de 2014

El himno de los Fluzo



Pasé por el Alligator Rockin de refilón. Es decir, bajando por el Paseo de la Estación, dejando a un lado el paseo de las bicicletas del Parque de la Victoria que de un tiempo a esta parte tiene un nombre diferente. Otras obligaciones me impidieron anclarme para presenciar un festival que tiene algo que me gusta: sacar la música a la calle de forma organizada. Que dicho sea de paso, podía la Universidad Popular recuperar aquellos encuentros que por septiembre se celebraban hace unos años y llenaban de música Jaén, durante una noche, de una punta a otra de la ciudad. Pero ese es otro tema.

  Ni la música que se ofrece en el Alligator es la que oigo, ni el ambiente que se vive es el que yo acostumbro, pero de entre toda la propuesta del Festival si había un grupo al que vengo siguiendo y que llegada la ocasión me hubiera sacado de mi casa expresamente para ir a verlos. Hablo de “Los Condensadores de Fluzo”.

  Por su estética tan diferente, su cuidada puesta en escena, su directo en los escenarios y sobre todo porque les gusta experimentar y darle vueltas a letras que a priori nada encajan con su música hasta darles su toque y hacer que suenen. Sin perder ni su esencia ni la filosofía de la música que a ellos les llena. Puro talento.

  Se atrevieron con el bolero “Aquella tarde”, que en un servidor tantas veces ha oído a “Los Sabandeños”, y consiguieron que encajara perfectamente en su repertorio.

  Ahora sin ningún tipo de complejo se han lanzado con el himno de nuestra ciudad. Sí, aquel que con letra de Federico de Mendizábal y música del Maestro Cebrián, a quien más y a quien menos, pone los pelos de punta cuando sus primeros compases arrancan.

  Y lo que a lo mejor a algunos les puede parecer una osadía, y a otros algo cutre
– opiniones hay tantas como mentalidades existen- a mí francamente me parece un acierto.
  Jaén anda huérfana de gestos así. A veces por cierto temor al que dirán, otras por desapego a la tierra, y sobretodo porque quizás Jaén no sea precisamente un estímulo para casi nada. Nunca lo fue, y ahora con la que está cayendo quizás menos aún.

  Pero a ellos se les ha ocurrido, y lo han hecho con gusto. Merecen mi aplauso. Por Youtube su versión ha corrido como la pólvora y no me extrañaría si ahora por San Lucas más de una caseta aprovecha el tirón del himno de los Fluzo para llegado el momento dar un subidón del jaenerismo al personal. A imagen y semejanza de la tradición de “La Castañuela” donde para gozo de propios y sorpresa de extraños al llegar la madrugada sonaba con fuerza el himno del Real Jaén. No me extrañaría que así fuera.




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jueves, 2 de octubre de 2014

Cartagineses y romanos

Vista del Puerto Deportivo de Cartagena 

En cierto modo tengo un imaginario listado de pueblos, ciudades, lugares en definitiva, pendientes de visitar y que en la medida de mis posibilidades voy tachando conforme las ocasiones se me presentan.
 Cartagena era uno de esos sitios a los que desde hace tiempo tenía en mente poner el pie antes o después y hace ahora una semana cumplí conmigo mismo.
  Por la Región de Murcia me he prodigado poco y la nómina de amistades huertanas no para de aumentar, con lo que creo comenzaré progresivamente a frecuentar una tierra que, francamente, parece una prolongación de Andalucía Oriental. Pero con muchos matices y rasgos que evidentemente les diferencian de nosotros.
 Para allá que nos fuimos mi compañero Alfonso Montiel y un servidor en representación del GAJ Jaén en la Reunión Trimestral de CEAJ, ya que era la sede que correspondía en esta ocasión. Y llegando para Cartagena el panorama no podía ser más chungo de lo que nos encontramos: parte de la ciudad inundada.
  Aquel día rompió a llover como allí no acostumbran y nosotros por los pelos nos libramos de que nos cayerá encima la mundial. Nos libramos, sí, pero lo notamos de sobra porque más de una hora y media nos costó poder aparcar y alcanzar el hotel, el cual se había visto afectado por las lluvias y no podía disponer de muchas de sus habitaciones según lo previsto.
   A nosotros sin ir más lejos nos recolocaron en otra habitación y acabamos durmiendo, o al menos intentándolo...(sobran los detalles).
  Al margen de todo el programa previsto (recepciones, pleno y lo gastronómico)ese  los compañeros de Cartagena nos ofrecieron un gran fin de semana, siendo perfectos anfitriones.
Universidad Politécnica de Cartagena, sede del Pleno de CEAJ

  Y quiero destacar especialmente la sorpresa que me he llevado con una ciudad a la que sin duda volveré siempre que pueda. Una ciudad que por historia bien merece ser visitada y que cuenta con una monumentalidad e infraestructuras envidiables. 
  Mención aparte merece la fiesta de cartagineses y romanos. A nosotros nos pilló allí y verdaderamente sorprende, por ser una fiesta diferente, muy vistosa y sorprendente. Acostumbrado uno a ver romanos solamente en procesiones...¿Cómo no me va a sorprender encontrar romanos en cualquier momento, juntos o por separado, bebiendo cervezas en un bar?
 Y paseando por su calle Mayor al pasar por la puerta de una pastelería me acordé que fue en Cartagena donde tuvo su origen el célebre pasodoble "Suspiros de España" del Maestro Álvarez Alonso. Jiennense de Martos para quien no lo sepa, quien se inspiró en unos pasteles llamados "suspiros" que ofrecían al público en una cafetería llamada España, cuando el citado compositor residía en aquella ciudad, y así fue como puso título a su composición.
 Y también, no pude remediarlo, me estuve acordando de ese torerazo nacido allí y que se llama Ortega Cano.
Desfile de cartagineses y romanos por la Calle Mayor

miércoles, 1 de octubre de 2014

Treinta años después




En casa descubrí un libro, voluminoso, en cuya portada figuraba el rostro de un torero con semblante serio. Una mirada que transmitía cierta sensación de concentración e incertidumbre. “Nacido para morir” era su título, y yo, que por entonces no sumaba más de seis años tal vez, comencé a hojearlo y leerlo sin ser capaz de entender casi todo lo que en él se contaba.
  Pero hubo una cosa que sí que supe descifrar dentro de aquella historia que tanto me costaba comprender: a ese torero lo había matado un toro en una plaza. Así, fue como me día cuenta que ese es el precio que los toreros están dispuestos a pagar a cambio de alcanzar la gloria. Y así fue como yo supe quien era, quien había sido “Paquirri”.
  Con seis años apenas fui capaz de comprender aquello que intentaba leerme, pero esa historia me conmovió y me sirvió para admirar, aún más, a esos hombres sobrenaturales que son los toreros.
   La tragedia de Pozoblanco ocurrió cuando yo apenas tenía meses de vida. Gracias a ese libro conocí su vida. Gracias a los videos de Achúcarro, conocí su toreo y gracias al recuerdo en voz de la afición, toda la grandeza y raza de Francisco Rivera.
  En Jaén hizo el paseíllo en cinco ocasiones, siendo la primera como novillero y el resto como matador de toros. La última, con motivo de la alternativa de “Morenito de Jaén” en una tarde especial para la afición jiennense y que seguro muchos de ustedes aún recuerdan. Precisamente él, Manuel Cruz, hace unos años me relataba de memoria las sensaciones de la tarde más importante de su carrera. Se emocionó recordando a “Paquirri”. Nos emocionamos los dos.
  Hace escasos días se cumplieron treinta años de la tragedia de Pozoblanco. Han pasado treinta años de una tarde de toros que conmocionó a un país entero. Sobra decir que el toreo y sus circunstancias han evolucionado desde entonces hasta hoy. Nuestra sociedad, también.
  Y es que ya lo decía Ortega y Gasset que no hay más que asomarse a una plaza de toros para ver en ella reflejada la situación de España. En cualquier época, en cualquier momento.

 Hace treinta años por televisión los españoles rendían homenaje a un torero inconmensurable, convertido en héroe. Ahora, al cabo del tiempo, los españoles se dejan enganchar por una televisión cada tarde para ver lo que hace o deja de hacer un hombre que creció sin su padre, alrededor del cual se forma un circo un día si y otro también sin tener el más mínimo interés ni ser ejemplo de nada, pero que puede presumir de ser hijo de uno de los más grandes del toreo. Paquirri.


Publicado hoy en el Diario Viva Jaén