Los toreros son raros, muy raros, me atrevería a precisar. Cuando se les requiere participar en coloquios, mesas rendondas o incluso entregas de premios, los hay que acuden de mala gana, con cierta sensación de compromiso y casi deseando escaparse de allí a las primeras de cambio. Puedo medio entenderlo porque algunos por mucho que se jueguen la vida delante de miles de miradas, después fuera del ruedo son muy tímidos.
A casi todos les cuesta un auténtico mundo hablar en público. Contestan con monosílabos o se arrancan a hablar anteponiendo la manida frase introductoria de "la verdad que..."Aunque la tengan que repetir catorce veces.
El pasado viernes tuve oportunidad de establecer un diálogo con Curro Díaz en el marco del Foro Cultural Taurino que organizaba nuestra Asociación. No es la primera vez que intervengo con él cara al público, nos preceden lo menos tres o cuatro ocasiones anteriores. Y quizás, con diferencia, fuera esta la más intensa.
No sé si porque el coloquio se celebró contrarreloj y no nos podíamos explayar.Tal vez porque se sintiera agusto y a ello contribuya este final de temporada tan exitoso para él. Sea como fuere Curro causó sensación y dejó perplejos a quienes nos acompañaron por todo cuanto dijo y sobre todo por cómo lo dijo.
Interesante, a nivel taurino, porque un torero veterano con una trayectoria considerable tiene mucho que contar. Pero a nivel social reflexionó sobre temas de máxima actualidad como son la crisis económica, la política o el terrorismo, y fue ahí donde quizás sorprendiera por su naturalidad.
Tras ello a mí irremediablemente se me vino al pensamiento la famosa sentencia deJuan Belmonte de ...se torea como se es...
Foto: Juan Antonio Rodríguez Salazar
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