martes, 1 de septiembre de 2015

Regreso a Heliópolis



Corrió el rumor como la pólvora y nosotros nos enteramos de chiripa. Con rapidez metimos los apuntes en la mochila, dejamos la biblioteca y Manolito y yo nos fuimos corriendo al Aula Magna.

  Y sí, era totalmente cierto: el Secretariado de Deportes (Safyd) había traído a Joaquín a dar una conferencia a la UJA. Bueno, a ciencia cierta la conferencia corrió a cargo del futbolista jiennense Ismael. Un trotamundos del fútbol que aquel año tuvo el privilegio de jugar en la élite, y todo lo vivido por esos campos de Dios era motivo de sobra para ser contado a los universitarios de Jaén como ejemplo de el esfuerzo en el fútbol desde la base hasta la primera división.

  No todos los días se tiene a una de las estrellas del fútbol español tan cerca en una ciudad como Jaén. Y si encima eres bético y te traen al líder...no puedes pedir más.

 Cuando aquello terminó tuve ocasión, como tantos otros, de acercarme a él y saludarle. No sólo eso, me quité una pulsera con los colores verdiblancos y se la regalé mientras le recordaba que él era paisano de un torero que toreó mucho en nuestra ciudad como fue José Luis Galloso. Se sorprendió, se partió de risa y guardó con gratitud el pequeño regalo que improvisadamente le hice. Porque me salió del alma.

 Apenas unos meses más tarde el Betis ganaba la Copa del Rey en el Vicente Calderón,y él lo celebraba toreando a la verónica. Un partido del que mi amigo Pepe Luis Trujillo tanto me ha hablado...porque lo vivió en riguroso directo. Y justo en ese mismo estadio lo ví jugar, pero con otra camiseta. Con la camiseta blanca del Valencia frente al Atleti. Un partido al que me invitó mi compadre Arturo, y yo, sólo por ver jugar a la perla del Puerto, ya me dí por satisfecho.

  Hace ahora dos semanas coincidimos en la Plaza de Toros de Marbella. Yo en el tendido, él en el callejón. Morante le brindó la faena del segundo de una tarde que acabó siendo tristemente célebre por un estúpido episodio después de torear Talavante. Y que no es momento de aquí recordar.

  Y allí, disfrutando la que es su otra pasión, viendo sin complejos su afición a los toros (ha reconocido incluso que quiere torear festivales cuando se retire), se le veía inmensamente feliz.

  Hoy esa felicidad aumentaba en él. Y se multiplicaba en todos y cada uno de cuantos sienten la vida en verdiblanco. El viejo estadio Benito Villamarín estallaba recibiendo al hijo pródigo en su regreso al barrio de Heliópolis, allí donde espero volver a ver jugar al futbolista que más he admirado.

  Cinco goles en el Bernabéu hace unos días saben a nada si alegrías así te devuelven el optimismo cuando sabes que esto es el comienzo de una nueva etapa de la historia del Betis.
  

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