Llegando la fecha del 28 de febrero cada año pongo interés
minucioso en conocer a quiénes irá dirigida la medalla de Andalucía
que anualmente se concede. De un lado por los méritos contraídos de
unos y otros para que se acuerden de ellos. De otro, por ver a qué
paisano de nuestra geografía provincial han tenido a bien acordarse
para demostrar que entre los andaluces de Jaén siempre hay quien por
su trayectoria merece ser destacado y reconocido.
Quizás fuera desde aquella vez en que al atleta
soriano Fermín Cacho le concedieran la medalla de Andalucía cuando
yo comencé a ponerle interés al asunto. Recuerdo, cómo se le
distinguía por haber sido campeón olímpico y en su destino de
haber acabado residiendo en Andújar, forjando familia y vida cerca
de Sierra Morena, hacerlo valer por jiennense y por consiguiente como
un andaluz adoptivo más. Sí, lo admito, a mí aquello me dejó
bastante sorprendido porque entiendo que tanto entonces como ahora
hay jiennenses que no siendo tan mediáticos – ni falta que les
hace- esconden tras de sí una vida y una labor admirable y elogiosa.
El día y el acto solemne del Teatro de la
Maestranza se deben vivir con la cara amable y cierto sentimiento de
orgullo hacia nosotros mismos, bajo una misma bandera. O al menos así
debe ser en la teoría, porque en la práctica tan señalada fecha se
llena de discursos repletos de golpes en el pecho, compromiso de
mentirijilla y preguntas retóricas sobre el camino al que se dirige
una región que encabeza la cola del desempleo y que sigue sin
rebelarse ante el saqueo que de ella han hecho desde la
Administración aquellos que se han servido del poder que confiere
ostentar un cargo público, con manga ancha y total libertad para
disponer a su antojo de acciones y decisiones cuya factura ahora
estamos pagando todos.
En las páginas del magnífico libro “El Cortijo
Andaluz”, del periodista malagueño Agustín Rivera se detalla con
precisión milimétrica esta triste realidad. La del poder que han
ejercido unos cuantos sobre muchos desde tiempo inmemorial. Y uno
acaba con el convencimiento de que en la práctica más ha hecho la
jueza Alaya por Andalucía en poco tiempo que todos aquellos que se
han perpetuado en la dirección de los destinos de la comunidad.
Visto lo visto a ella sí que le deberían dar la medalla de todos
los andaluces. Pero difícilmente ocurrirá eso.
Publicado hoy en el Diario Viva Jaén
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