miércoles, 25 de febrero de 2015

Una medalla para ella




Llegando la fecha del 28 de febrero cada año pongo interés minucioso en conocer a quiénes irá dirigida la medalla de Andalucía que anualmente se concede. De un lado por los méritos contraídos de unos y otros para que se acuerden de ellos. De otro, por ver a qué paisano de nuestra geografía provincial han tenido a bien acordarse para demostrar que entre los andaluces de Jaén siempre hay quien por su trayectoria merece ser destacado y reconocido.

  Quizás fuera desde aquella vez en que al atleta soriano Fermín Cacho le concedieran la medalla de Andalucía cuando yo comencé a ponerle interés al asunto. Recuerdo, cómo se le distinguía por haber sido campeón olímpico y en su destino de haber acabado residiendo en Andújar, forjando familia y vida cerca de Sierra Morena, hacerlo valer por jiennense y por consiguiente como un andaluz adoptivo más. Sí, lo admito, a mí aquello me dejó bastante sorprendido porque entiendo que tanto entonces como ahora hay jiennenses que no siendo tan mediáticos – ni falta que les hace- esconden tras de sí una vida y una labor admirable y elogiosa.

  El día y el acto solemne del Teatro de la Maestranza se deben vivir con la cara amable y cierto sentimiento de orgullo hacia nosotros mismos, bajo una misma bandera. O al menos así debe ser en la teoría, porque en la práctica tan señalada fecha se llena de discursos repletos de golpes en el pecho, compromiso de mentirijilla y preguntas retóricas sobre el camino al que se dirige una región que encabeza la cola del desempleo y que sigue sin rebelarse ante el saqueo que de ella han hecho desde la Administración aquellos que se han servido del poder que confiere ostentar un cargo público, con manga ancha y total libertad para disponer a su antojo de acciones y decisiones cuya factura ahora estamos pagando todos.

  En las páginas del magnífico libro “El Cortijo Andaluz”, del periodista malagueño Agustín Rivera se detalla con precisión milimétrica esta triste realidad. La del poder que han ejercido unos cuantos sobre muchos desde tiempo inmemorial. Y uno acaba con el convencimiento de que en la práctica más ha hecho la jueza Alaya por Andalucía en poco tiempo que todos aquellos que se han perpetuado en la dirección de los destinos de la comunidad. Visto lo visto a ella sí que le deberían dar la medalla de todos los andaluces. Pero difícilmente ocurrirá eso.


Publicado hoy en el Diario Viva Jaén

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