Yo tengo por costumbre correr la de Ceuta y hace unos días así fue. Menos numerosa,más modesta, indudablemente festiva y por supuesto muy especial. Al menos para mí.
Cinco kilómetros aproximadamente junto a bastantes corredores que lo hacen disfrazados e incluso ni lucen dorsal. Corren por despedir el año corriendo. Ya sea vestido de uva, de escocés o cavernícola.
Y tiene de bonito correr por la noche con la luna reflejándose en el mar y las luces de Algeciras, su bahía y el resto del Campo de Gibraltar al correr por la Marina, y las luces de Marruecos y sus pueblos cuando enfilas el tramo final al correr junto a la Playa de la Ribera.
En meta, una caja de polvorones para cada corredor con dorsal debidamente inscrito previo pago de menos de dos euros.
Este año antes y durante la carrera un drone sonrevolaba la línea de salida en la Gran Vía. Merece la pena este video la San Silvestre caballa a vista de pájaro.
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