De un día para otro pasé de recorrer
la Playa de la Ribera de Ceuta a sentir de nuevo la ladra de los perros en un
cortafuegos en la Sierra. Tal cual.
Iniciar el nuevo año monteando ha sido un regalo de reyes prematuro que
he recibido. Y lo afirmo así porque yo sabía que esta montería sería especial,
en sí, por lo que significaba. Pero lo que no podía imaginarme era el monterión
que pude vivir el pasado sábado en la Centenera de Spínola. O lo que es igual:
la montería de Churro Hunting.
La reunión de los churros de los viernes en el
Kiosko El Parque se ha convertido en una cita obligada para un grupo de
monteros veteranos de Jaén, como antesala al fin de semana de monterías en
temporada y como una forma de mantener viva la afición cuando el calendario
pone fin al tiempo de caza. Se comparte una misma filosofía en torno a la caza,
se cultiva la amistad, los comentarios provocan risas continuadas y
los camareros del establecimiento de vez en cuando se dirigen a la mesa
mientras cualquiera de ellos hace como que se encara un rifle para detallar un lance.
Y el camarero de turno se lleva un susto…
Volvía a montear después de un
tiempo. Y volvía a recorrer unos caminos muy conocidos por mí como son los que
llevan a La Centenera de los Valenzuela, sólo que esta vez íbamos a la de
Spínola. La finca de al lado y que pertenece a la familia materna de ese
extraordinario matador de toros que fue Miguel Báez “Litri”.
Era inevitable que al llegar justo al cruce
entre ambas fincas, y ver la señal con la divisa blanca y grana con el hierro
de la V, me vinieran tantos recuerdos de muchos herraderos, embarques y
tentaderos a los que he ido desde muy pequeño y he tenido ocasión de ponerme
delante. Y no sólo eso, pues allí fue precisamente la única montería donde pude
acompañar a mi abuelo Hipólito en un puesto junto a mi tío Potín allá por el
año 92. Todo eso no se olvida.
En la montería de Churro Hunting
no había otro interés que pasarlo bien. Una montería puntual en el calendario
que sirvió de punto de encuentro de muchísimas caras conocidas del panorama
montero jiiennense, con presencia de socios de Montesa, Grupo Miranda, Monteros de Tradición, Monteros del Jándula y
si me olvido de algún otro grupo, que se me perdone.
Tras el desayuno en la finca servido
por Catering Benidorm y el rezo de la Salve por parte de Lorenzo Morillas, se procedió
al sorteo de manos de José María Ortega, Poncho Moraleda, Manolo González y
Ricardo Cobo entre otros.
Mi padre me pidió que sacase yo
el puesto y saqué el 1 de la traviesa de Murillo, donde un rato más tarde acabé
disfrutando como un enano por la intensa mañana que allí pudimos vivir.
Situados en un carril, debidamente tapados por
unas jaras, el puesto ofrecía unas posibilidades enormes y teníamos un tiradero
muy amplio. No había transcurrido mucho tiempo desde que habíamos llegado al
puesto cuando un venado normalito me entró por la derecha y mientras lo veíamos
meterse en el monte un marrano a la carrera nos sorprendió por la izquierda. Le
tiró mi padre, falló, el marrano se fue para el monte y sorprendentemente ambas
reses se cruzaron. Una imagen insólita para mí. El venado y el marrano se
cruzaron en direcciones opuestas y muy cerca el uno del otro. Se nos fue el
marrano.
Tiempo después, por la izquierda
también, me entraron unas ciervas. Tiré a una de ella y le dí, si bien fue a
caer más adelante.
Mi padre tiró una cierva que los perros de la
rehala del Colorao de Andújar sacaron del monte y se fue para nosotros. La
cierva venía con una pata partida.
Algunas gamas que no pudimos tirar, muchas más
ciervas, algunos venados no muy grandes, un rayón suelto, un zorro ídem de lo
mismo…y sobre todo muchos gamos verdaderamente buenos. Todo eso sumado a un
poco de jamón que corté la noche anterior y un trozo aparente de queso que me
traje…complementaron el resto de la jornada en nuestro puesto bajo un sol de
justicia, que sinceramente se agradecía siendo las fechas que son.
De regreso a la junta, a eso de
las tres de la tarde, ya íbamos viendo como casi todo el mundo había tirado,
todo ello mientras el que más y el que menos probaba la mostaza del Popi. Con
lo que eso significa.
Y tras la excelente comida y la
tertulia entre buenos amigos a los que hacía bastante tiempo no veía, cuando
muchos andaban viendo todas las reses abatidas, Antonio Janer “El Piti”, uno de
los mejores amigos de mi padre – venía por primera vez a una montería- sacó la
guitarra del coche …y aunque nos tuviéramos que marchar algo pronto, volvieron
a cantar aquellas canciones que tanto entonaron cuando fueron compañeros en la
Tuna. Y yo no fui menos y me uní a ellos.
Gracias a todos los que han hecho
posible esta montería. Enhorabuena por haber conseguido superar todas las
expectativas que había y haber logrado de este día un éxito rotundo.
Mi agradecimiento al cariño y
amistad de tantos buenos monteros a los que tuve ocasión de saludar,
reencontrarme o conocer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario