domingo, 4 de enero de 2015

Centenera de Spínola:la montería de Churro Hunting


De un día para otro pasé de recorrer la Playa de la Ribera de Ceuta a sentir de nuevo la ladra de los perros en un cortafuegos en la Sierra. Tal cual.
  Iniciar el nuevo año monteando ha sido un regalo de reyes prematuro que he recibido. Y lo afirmo así porque yo sabía que esta montería sería especial, en sí, por lo que significaba. Pero lo que no podía imaginarme era el monterión que pude vivir el pasado sábado en la Centenera de Spínola. O lo que es igual: la montería de Churro Hunting.
 La reunión de los churros de los viernes en el Kiosko El Parque se ha convertido en una cita obligada para un grupo de monteros veteranos de Jaén, como antesala al fin de semana de monterías en temporada y como una forma de mantener viva la afición cuando el calendario pone fin al tiempo de caza. Se comparte una misma filosofía en torno a la caza, se cultiva la amistad, los comentarios provocan risas continuadas y los camareros del establecimiento de vez en cuando se dirigen a la mesa mientras cualquiera de ellos hace como que se encara un rifle para detallar un lance. Y el camarero de turno se lleva un susto…
Volvía a montear después de un tiempo. Y volvía a recorrer unos caminos muy conocidos por mí como son los que llevan a La Centenera de los Valenzuela, sólo que esta vez íbamos a la de Spínola. La finca de al lado y que pertenece a la familia materna de ese extraordinario matador de toros que fue Miguel Báez “Litri”.
 Era inevitable que al llegar justo al cruce entre ambas fincas, y ver la señal con la divisa blanca y grana con el hierro de la V, me vinieran tantos recuerdos de muchos herraderos, embarques y tentaderos a los que he ido desde muy pequeño y he tenido ocasión de ponerme delante. Y no sólo eso, pues allí fue precisamente la única montería donde pude acompañar a mi abuelo Hipólito en un puesto junto a mi tío Potín allá por el año 92. Todo eso no se olvida.
En la montería de Churro Hunting no había otro interés que pasarlo bien. Una montería puntual en el calendario que sirvió de punto de encuentro de muchísimas caras conocidas del panorama montero jiiennense, con presencia de socios de Montesa, Grupo Miranda,  Monteros de Tradición, Monteros del Jándula y si me olvido de algún otro grupo, que se me perdone.
Tras el desayuno en la finca servido por Catering Benidorm y el rezo de la Salve por parte de Lorenzo Morillas, se procedió al sorteo de manos de José María Ortega, Poncho Moraleda, Manolo González y Ricardo Cobo entre otros.

Mi padre me pidió que sacase yo el puesto y saqué el 1 de la traviesa de Murillo, donde un rato más tarde acabé disfrutando como un enano por la intensa mañana que allí pudimos vivir.
 Situados en un carril, debidamente tapados por unas jaras, el puesto ofrecía unas posibilidades enormes y teníamos un tiradero muy amplio. No había transcurrido mucho tiempo desde que habíamos llegado al puesto cuando un venado normalito me entró por la derecha y mientras lo veíamos meterse en el monte un marrano a la carrera nos sorprendió por la izquierda. Le tiró mi padre, falló, el marrano se fue para el monte y sorprendentemente ambas reses se cruzaron. Una imagen insólita para mí. El venado y el marrano se cruzaron en direcciones opuestas y muy cerca el uno del otro. Se nos fue el marrano.
Tiempo después, por la izquierda también, me entraron unas ciervas. Tiré a una de ella y le dí, si bien fue a caer más adelante.
 Mi padre tiró una cierva que los perros de la rehala del Colorao de Andújar sacaron del monte y se fue para nosotros. La cierva venía con una pata partida.

 Algunas gamas que no pudimos tirar, muchas más ciervas, algunos venados no muy grandes, un rayón suelto, un zorro ídem de lo mismo…y sobre todo muchos gamos verdaderamente buenos. Todo eso sumado a un poco de jamón que corté la noche anterior y un trozo aparente de queso que me traje…complementaron el resto de la jornada en nuestro puesto bajo un sol de justicia, que sinceramente se agradecía siendo las fechas que son.


De regreso a la junta, a eso de las tres de la tarde, ya íbamos viendo como casi todo el mundo había tirado, todo ello mientras el que más y el que menos probaba la mostaza del Popi. Con lo que eso significa.

Y tras la excelente comida y la tertulia entre buenos amigos a los que hacía bastante tiempo no veía, cuando muchos andaban viendo todas las reses abatidas, Antonio Janer “El Piti”, uno de los mejores amigos de mi padre – venía por primera vez a una montería- sacó la guitarra del coche …y aunque nos tuviéramos que marchar algo pronto, volvieron a cantar aquellas canciones que tanto entonaron cuando fueron compañeros en la Tuna. Y yo no fui menos y me uní a ellos.

Gracias a todos los que han hecho posible esta montería. Enhorabuena por haber conseguido superar todas las expectativas que había y haber logrado de este día un éxito rotundo.

Mi agradecimiento al cariño y amistad de tantos buenos monteros a los que tuve ocasión de saludar, reencontrarme o conocer.

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